Tener y acceder. Consumo colaborativo.
Otra nota rescatada del año 2011.
Durante miles de años hemos compartido cosas y espacios de todo tipo, sin ninguna clase de cuestionamientos, pero al mismo tiempo una buena parte de la humanidad trabaja una enorme cantidad de horas por día, con la finalidad de obtener los medios que le permitan convertirse en propietarios de ciertos objetos.
Lisa Gansky, en su último libro “The Mesh: Why the Future of Business Is Sharing”, habla de un futuro comercial en donde, cada vez más, toda clase de cosas pueden compartirse mediante internet o cara a cara. La autora sostiene que hemos compartido desde siempre de manera natural: espacios públicos, estadios, bares y restaurantes, recitales, bibliotecas y más.
Cuando reflexiona sobre cuales son los factores que hacen que en la actualidad haya gente dispuesta a compartir cosas que antes no se compartían, destaca entre ellos, a la reciente recesión, el crecimiento poblacional y la densidad demográfica, la reducción de espacios, el cambio climático y los daños al medioambiente provocados por la producción en masa, el estrés personal y global, entre otros factores. Destaca además que la herencia actual en infraestructura de transporte y telecomunicaciones son los factores de mayor peso y que cumplen un rol fundamental en dicho comportamiento.
Alquiler de autos, departamentos, películas y oficinas, no son novedad. Pero el avance, en la actualidad, radica en que diferentes plataformas de tecnologías e infraestructuras permiten a particulares, gente común o pares, hacer lo que antes hacían algunas empresas. Gannsky denomina “Empresas Maya” a aquellas que ofrecen a sus usuarios la plataforma o infraestructura necesaria para que sus usuarios o clientes puedan “compartir”.
Rachel Botsman co-autora de “What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption” ha enfocado su investigación en los mecanismos de confianza que subyacen a los comportamientos colaborativos.
Junto a Roo Rogers, su coautor, se han esforzado en reunir cientos de casos de consumo colaborativo. Y a pesar de las particularidades de cada caso, han podido identificar que intervienen tres claros sistemas.
El primero tiene que ver con los mercados de redistribución. Los mercados de redistribución, son aquellos que posibilitan el intercambio de artículos u objetos entre pares.
El segundo se encuentra vinculado al estilo de vida colaborativo. El intercambio de recursos como dinero, habilidades y tiempo es tomado de manera mucho más natural por las nuevas generaciones que crecen intercambiando música y todo tipo de elementos digitales.
El tercer sistema está asociado al servicio de producto, es decir, cuando lo que se está pagando es por el beneficio del producto, por lo que éste hace por uno sin la necesidad de poseerlo directamente. Botsman pregunta, irónicamente, por que compran un taladro cuando lo que necesitan realmente es el agujero.
Se ha hablado mucho sobre el valor que se crea cuando se comparten bienes digitales, pero compartir bienes físicos, que al utilizarlos se desgastan, que el costo marginal de producción no es cero, también genera valor. El medioambiente tiene valor. Compartir tiene valor. Acceder tiene valor.
polyvore.com o bigwardrobe.com ofrecen a los fanáticos de la moda una gran cantidad de herramientas para combinar, descubrir y compartir accesorios e indumentaria. Mantener la propiedad de un automóvil tiene una serie de costos fijos independientemente del uso que se le otorgue al mismo. zipcar.com simplemente permite compartir tu auto con otros.
Bicicletas, garages, oficinas, departamentos, anteojos, dinero, conocimientos y todo tipo de cosas están siendo compartidos en este momento. No es solamente la tecnología. La reputación pasará a ser más importante que la historia crediticia.
Fuentes
● http://www.collaborativeconsumption.com/
● http://meshing.it/
● Lisa Gansky en TED
● Rachel Botsman en TED